viernes, 7 de noviembre de 2008



Pero a veces el profano contempla con horror la filosofía como la cabeza de Medusa, como un monstruo del que surgen cientos de serpientes que se contradicen y que al ser cortadas y refutadas hacen que surjan más, y más, y más petrificando la inteligencia del contemplador. Y la reacción no se hace esperar.

Otras veces, la filosofía se contempla a sí misma y se convierte ella misma en piedra al contemplar su propia y monstruosa multiplicidad, su incapacidad para asentar el dogma.

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